Amanecía un nuevo día en Perú, la noche nos había servido para asimilar todo lo que habíamos vivido ayer, ya que visitar y conocer en persona el mismísimo Machu Picchu no es algo que se haga todos los días. Estábamos radiantes de felicidad, aunque para el día de hoy, se nos habían torcido todos los planes, ya que anoche a última hora nos había llegado un mensaje donde nos comunicaban que se cancelaba el tour por la famosa montaña de colores. Pero sabéis que nosotros no nos quedamos parados ni un segundo, así que reaccionamos rápido, ¿os venís con nosotros por este día improvisado en Cuzco?
Como no teníamos plan para este día, decidimos no poner el despertador muy temprano y aprovechar para descansar. Así que sobre las 8h nos desperezábamos en nuestra mullidita cama del Net House B&B. Desayunamos tranquilamente mientras pensábamos qué podíamos hacer hoy, la verdad que nos apetecía continuar descubriendo el Valle Sagrado, esos lugares que en un principio habíamos descartado del itinerario por falta de tiempo.
Así que sin apenas dudarlo nos pusimos en contacto con Arturo, para preguntarle a ver si hoy tenía el día libre, y nos dijo que ¡¡sí!! Estábamos de suerte, además nos comentó que tenía dos Boletos Turísticos Integrales que justo caducaban hoy, que se lo dejaron una pareja que tuvo ayer, por si los queríamos aprovechar ¡¡Y nosotros encantados!!

Sobre las 10h, Arturo pasó a buscarnos por el hotel, la primera parada del día era la ciudad de Chinchero, o también conocida como la ciudad del Arcoiris. Está a unos 28km de distancia de Cusco, lo que se traduce en unos 40 minutos en coche por los paisajes alucinantes de la provincia de Urubamba, y se encuentra a nada más y nada menos que a unos 3.750 metros de altura.
Chinchero es la población más típica del Valle Sagrado de los Incas, y es reconocido también por ser un pueblo de talentosos artesanos textiles.

Nada más llegar, y tras enseñar nuestro «boleto turístico» que nos había facilitado Arturo, nos fuimos a explorarlo. Nos encantaban sus calles empedradas, sus casas de adobe, su gente… El pueblo está en pendiente, y con la altura, os aconsejamos que vayáis lentamente y sin prisas para administrar bien vuestro oxígeno.
Serpenteando por sus calles llegamos hasta la plaza central de Chinchero, donde nos encontramos con su famoso mercadillo, en el cual la gente local, expone sus propios productos textiles y artesanales. Fue difícil resistirnos a comprar algo, pero a este paso no nos iban a dejar volver a España con las mochilas tan cargadas 😛

Este mercadillo está todos los días, aunque los domingos es cuando se puede visitar en su máximo esplendor. Nos llamaba la atención que prácticamente éramos los únicos turistas que había por la zona, el resto era gente local, y eso nos encantaba y nos parecía muy auténtico.
Justo al lado de la plaza central, estaban las ruinas incas de Chinchero que datan de 1.480, que tienen unas vistas impresionantes de la Cordillera de Vilcanota, formando un paisaje de postal, de ahí el nombre de la «ciudad del arcoiris», por los colores que se observan desde aquí.

Pasear por este lugar es como teletransportarse 60 años atrás… quedamos totalmente fascinados por todo. Callejeando por la zona alta del pueblo, llegamos a la casita de una mujer mayor, la cual llevaba toda su vida dedicada al mundo textil.
Nos invitó a entrar a su casa a ver sus producciones y nos pareció tan tierna que no nos pudimos resistir a ayudarla y comprarle unos gorritos de lana de alpaca típicos peruanos, la verdad que nos hubiese encantado comprarle más cosas para así ayudarla, pero nos era imposible por el espacio… era una mujer entrañable.


Empezó a llover, y nos fuimos a visitar un centro textil, para ver como se elaboran las ropas tradicionales de la zona. Arturo nos llevó a casa de unos amigos de confianza, que no nos cobraban nada por verlas ni nos pedían nada de dinero a cambio, y nos encantó la experiencia.
Aquí nos recibieron tres mujeres vestidas con la ropa tradicional y nos explicaron y enseñaron todo el proceso de como tratan la lana de alpaca, como la limpian con productos naturales, y como la tiñen de los colores típicos del país con frutos e insectos de la zona.


Una vez que nos despedimos muy amablemente de las amigas de Arturo, y con nuestro trocito de lana de alpaca tratada, nos subimos al coche dirección Sacsayhuaman, una de las edificaciones más asombrosas y mejor conservadas del imperio inca.
Se encuentra a unos 2 km de la Plaza de Armas de Cusco y a 3.700m de altura sobre el nivel del mar. Al mismo se puede llegar en coche en unos 10 minutos de trayecto (y unos 6 soles – 1,5€), en autobús desde la Calle Puputi (y unos 3 soles – 0,75€) o caminando a ritmo lento, para no sufrir el temido mal de altura, en unos 45/50 minutos.

Según nos contó Arturo, este lugar es todo un misterio, ya que se desconoce toda la información entorno al mismo, desde la fecha en la que fue construido, hasta como fue posible llevarlo a cabo teniendo en cuenta los medios de los que se disponía.
Se desconoce cual era la finalidad de este lugar, si militar o religiosa, y es junto a Machu Picchu, una de las más grandes creaciones arquitectónicas de todo Perú. Actualmente, solo se puede visitar cerca del 20% de lo que fue el conjunto original de Sacsayhuaman, debido a que los españoles desmontaron torreones y muros para evitar que fueran utilizados por los incas en un futuro ataque. Esas piedras se usaron para la construcción de casas e iglesias en la ciudad de Cusco.

De las construcciones que quedan y que se pueden visitar, destacan los tres muros de 400m de largo y en algunos puntos 9m de alto, hecho de enormes piedras y que le dan esa forma de fortaleza. Nos llamaba mucho la atención y nos resultaba muy curioso que las piedras estaban tan bien encajadas que no cabía un alfiler.
Estos muros sirvieron en la defensa de la ciudad durante la conquista española en la Batalla de Sassayhuaman, que se produjo en el año 1536 en este lugar, y es uno de los escenarios donde lucharían las tropas españolas lideradas por los hermanos Pizarro contra el imperio Inca gobernado por Manco Capac II. Aquí fue donde perdió la vida Juan Pizarro de una pedrada en la cabeza, cuando estaba intentado atravesar las murallas de la fortaleza.

Cuando terminamos la visita por el recinto, no dudamos en ir a explorar los alrededores, ya que esos prados de verde intenso llenos de llamas y alpacas en libertad eran dignos de un buen paseo, además hacía una temperatura excepcional y el cielo estaba totalmente despejado.
Arturo nos indicó que fuésemos caminando hasta una especie de mirador que había a lo lejos con un cristo gigante y que el llevaría el coche hasta allí para ir a buscarnos, y eso hicimos.

Llegamos al famoso «Cristo Blanco» de Cusco, del cual no habíamos leído en ningún sitio antes de venir. Tiene unos 8m de altura, con unas vistas impresionantes de la ciudad de Cusco construida en el valle de las montañas. Al tener los brazos abiertos, se dice que abraza y protege la ciudad.
Aquí había bastantes turistas que llegaban en excursiones organizadas, o locales que subían a hacer sus ofrendas. Nos reencontramos con Arturo, y al ver que se nos habían hecho las 15h, le pedimos que nos llevara de vuelta al hotel para dejar las cosas e ir a comer.

Al llegar a nuestro hotel, nos despedimos de Arturo, esta vez para siempre, y le dimos las gracias por todo lo que había hecho estos días por nosotros y por haber sido tan bueno. Le pagamos 200 soles (50€) por el día de hoy (incluída algo de propinilla) y le pedimos si conocía a alguien que nos pudiese acercar mañana a primera hora a la estación de cruz del sur para coger el bus a Puno, y no nos puso ninguna pega en enviarnos a su hermano Rubén.
Dejamos las cosas en el hotel y nos fuimos caminando hacia la «Plaza de Armas», teníamos muchísima hambre. No pudimos escoger un lugar mejor, el Plus Restaurante Cusco tenía una de las vistas más espectaculares de la plaza.

Nos pedimos dos platos para compartir, un lomo saltado (ya se había convertido en nuestro plato favorito del viaje), y una pizza de jamon york y queso (si hace tiempo que nos seguís, sabréis que John es un adicto a las pizzas). El servicio fue genial, y comimos tranquilamente disfrutando del lugar y de semejantes vistas.
Nos costó 92 soles (23 euros), bastante bien de precio para la localización del lugar, las vistas que tenía y la calidad de la comida ¡¡os lo recomendamos al 100%!!

Cuando terminamos de comer, bajamos a la plaza para reposar la comida. Nos sentamos en un banco cual lugareños, y nos dispusimos a ver la vida pasar en la ciudad, una de las cosas que más nos gusta hacer en los viajes.
Terminamos entablando conversación con unos jóvenes estudiantes que nos explicaban que ahora estaban de vacaciones (claro, los meses de enero, febrero y marzo es verano allí) y que todas las tardes se juntaban con los amigos y compañeros en esa zona para practicar un baile que tenían que presentar un día concreto.

Sobre las 18h, decidimos irnos a dar un paseo por la ciudad, perdernos por sus calles y llegar hasta el barrio de San Blas. Para ir caminando hasta el barrio, os aconsejamos estar ya bien aclimatados a la altura, ya que las calles empinadas y empedradas para llegar son durillas.
Este barrio es una visita obligatoria de la ciudad, y se conoce como el «balcón de cusco», ya que se encuentra ubicado sobre la Plaza de Armas de la ciudad. Digamos que es el barrio de moda, con ambiente joven y rincones bonitos donde pararse a comer o tomar algo.


De vuelta de nuestra visita a San Blas, sobre las 20h, nos acercamos al famoso «Mercado de San Pedro», al cual nada más entrar quedamos cautivados por sus colores, sus puestecitos de ropa, comida, y sobretodo de su sección dedicada exclusivamente a los zumos de frutas naturales ¡¡no os podéis ir de allí sin tomaros uno!! Nosotros cogimos dos y nos dejaron tan saciados que no pudimos ni cenar, estaban deliciosos 😛
Es un lugar de bastantes aglomeraciones, así que os recomendamos que tengáis especial cuidado con vuestras pertenencias para evitar algún disgusto.

Al finalizar nuestro paseo por el mercado, nos fuimos directos al hotel, ya que mañana nos tocaba madrugar y teníamos que recoger las mochilas y descansar. Nuestra estancia aquí había sido espectacular, y sin lugar a dudas todo lo que habíamos vivido había marcado un antes y un después en nosotros.
Mañana poníamos rumbo a Puno, a conocer el lago Titicaca, el más alto del mundo ¿os vendréis con nosotros?
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- Perú día 1: De Lima al Oasis de Huacachina.
- Guía de viaje a Perú – Bolivia – Chile.
Y hasta aquí un nuevo día en Perú de @elmundoesmejorcontigo. En nuestro perfil de Instagram encontraras todas las «stories» de nuestro viaje en «destacadas» ¡¡no te los pierdas!! Muchas gracias por acompañarnos en cada aventura ¡¡nos vemos en la próxima!!
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Estabilizador de la cámara de acción: GoPro Karma Grip – Palo estabilizador para la cámara, Negro